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La envidia en el exterior

En este post hablemos sobre "la ENVIDIA en el exterior”, esa emoción TABÚ que tiene mala fama y que todas la hemos experimentado alguna vez.

El problema con la envidia (a mi entender) no es sentirla, sino el curso que le damos.

Es decir, la emoción nos invade, la sentimos corporalmente, podemos describir hasta en qué lugar del cuerpo se aloja, nos cambia la gestualidad en el rostro. Nos atraviesa. Es una sensación que “sucede” y que no podemos controlar.

Ahora, lo que hacemos con esa emoción, ¡SÍ depende de nosotras!


Cuando vivimos en el extranjero podemos sentir envidia por diversos temas:

  • Cuando nos está costando la adaptación y sentimos que a otras expatriadas les resulta más fácil.
  • Cuando no encontramos nuestro “para qué” y creemos que los demás tienen las cosas resueltas.
  • Cuando no sentimos alegría y notamos que el resto sí la tiene.
  • Cuando a tus hijos o hijas les cuesta el nuevo destino y a los otros niños y niñas los ves de lo más integrados.
  • Cuando la búsqueda de empleo se hace ardua y notás que el resto encuentra trabajo.
  • Cuando sentís que no encajás en la nueva cultura y tenés la sensación que los demás lo viven con entusiasmo.
  • Cuando tenés una crisis de pareja o no encontrás el amor y sentís que los demás no transitan tus dificultades.
  • Cuando no lográs quedar embarazada y otras personas a tu alrededor armaron una familia.
  • Cuando no te aumentan el salario y a tu alrededor consiguen remuneraciones más altas.
  • Cuando no podés trabajar de tu profesión por temas burocráticos y otros lo consiguen.
  • Cuando no sabés cómo empezar un emprendimiento y notas que otras tienen el empuje necesario.
  • Y un sin fin de ejemplos que seguramente hayas experimentado.

Porque si nos basamos estrictamente en el significado de la ENVIDIA: “Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee” nos damos cuenta que es más común de lo que creemos experimentarla, pero claramente “queda mal” exteriorizarla.

También es común encontrarnos con sentimientos de envidia por parte de los que dejamos en nuestro país de origen:

Palabras, actitudes, silencios. Frases con tono de “chiste” pero que cargan un fuerte sentimiento de envidia.

  • A veces nos genera asombro la reacción. Creíamos impensado que “una íntima amiga”, “una hermana”, podría sentirla.
  • A veces nos sentimos agredidos y nos resulta difícil responder.
  • A veces nos paralizamos, hasta sintiendo culpa de nuestra vivencia.
  • A veces nos angustiamos al ver que pueden pronunciar semejantes palabras.

La ENVIDIA es una emoción compleja, pero a la vez primaria: desde chicas la hemos experimentado rompiendo un juguete de una amiguita o rasguñando al nuevo hermanito por ver a mamá compartiendo su atención.

Saquémosle el dramatismo a la ENVIDIA. Aceptemos que es parte de la paleta emocional y que el problema, repito, no es sentirla, sino la dirección y acción que haremos con dicha emoción.

Claro que, si es un sentimiento que te acompaña día y noche, te quita el sueño y no lográs despojarte de ella en ningún momento por tiempo prolongado, es importante que consultes a un profesional para que puedan trabajar sobre ella y sus trasfondos.

¿Qué piensan sobre esta emoción tan controversial? ¿Han sentido envidia por parte de sus afectos alguna vez? ¿La han experimentado en el exterior?

Nos vemos en el proximo post!

Cariños,

Nati


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