Alexandra Paucescu es rumana y ha migrado por amor. Ha vivido varios años en Austria y ahora se encuentra en Alemania. Aquí les comparto su historia:
"Mirando desde fuera, la mayoría de las veces el mundo diplomático parece privilegiado, glamoroso y, al mismo tiempo, bastante restrictivo. No mucha gente es consciente de lo que sucede detrás de las 'cortinas elegantes', y eso a menudo es fuente de clichés, conceptos erróneos e incluso envidia.
Entré a este mundo cuando tenía alrededor de 30 años y me casé con un diplomático. Poco sabía yo que mi vida iba a cambiar drásticamente y que mi experiencia personal poco importaría en los círculos diplomáticos.
El mundo diplomático es muy jerárquico y, en la mayoría de los casos, el sistema de clasificación que premia a los servidores públicos del Servicio Exterior se aplica también a los cónyuges. A veces te juzgan y aprecian más o menos, dependiendo del título y rango de tu esposo.
Esto no es muy agradable, especialmente si eres nuevo en esto y tu esposo está en la parte inferior de la jerarquía diplomática. Te digo esto porque he estado allí hace años y sé cómo se siente.
Además de que dejás atrás toda tu vida anterior, te alejas de tu familia y amigos, también pierdes tu trabajo, por lo que de repente te encuentras en una situación en la que tienes que encontrar tu significado y nuevas formas de demostrar tu valía y ganar aprecio.
Mudarse es, como suelen decir los expertos, la tercera situación más estresante de la vida, después de la muerte de un ser querido y el divorcio. Esta enorme cantidad de estrés, que cualquier esposa expatriada o cónyuge diplomático sintió al menos una vez, puede quebrantarlo o fortalecerlo.
Durante mis años de aventuras diplomáticas en Austria y Alemania, he escuchado numerosas historias sobre matrimonios rotos o depresiones profundas, todas causadas por la incapacidad de adaptarse a este estilo de vida. Yo también he estado casi en depresión y he tratado de hacer todo lo posible para no caer en ella.
Cuando nos mudamos, al principio estábamos solos, sin reuniones familiares y sin amigos, básicamente sin un fuerte apoyo social.
Muchas personas nos ven simplemente como amas de casa, algunas nos envidian por nuestro tiempo libre y nuestro estilo de vida (real o imaginado por sus propias proyecciones) y algunas nos ignoran por no habernos realizado plenamente en la profesión.
La mayoría de los cónyuges diplomáticos, aunque sean altamente educados, no tienen trabajos remunerados (por viejas costumbres o por estrictas leyes que no permiten trabajar al cónyuge), algunos se esfuerzan por reinventarse, como blogueros, influencers o haciendo trabajos voluntarios. Yo misma elegí ese camino: me involucré con UNICEF y otras ONG.
Este tipo de actividad es enormemente gratificante. Brindas ayuda gratuita a los demás y a la vez te sientes bien contigo misma. Le encuentras un “sentido” a tu vida, sientes que tienes un grupo de pertenencia, lo cual es tremendamente importante para tu bienestar mental a largo plazo.
Moverse nunca es fácil. Por lo general toma alrededor de seis meses comenzar a sentirse cómodo con la “nueva vida”, el “nuevo hogar” y en la “nueva ciudad de residencia”.
Considero que siempre es importante mantener algunas rutinas antiguas (o establecer nuevas), para sentirse emocionalmente más seguro y tener al menos un vago sentido de continuidad en tu vida.
Escribí sobre todo esto en mi libro, 'Just a Diplomatic Spouse'. Escribí sobre mis sentimientos más profundos y la montaña rusa de emociones, sobre mis aventuras como cónyuge, la vida que tuve en Viena y Berlín. También di algunos consejos y escribí un plan para adaptarse a la experiencia diplomática / expatriada de la mejor manera posible.
En el intento de reinventarme también me volví colaboradora de varias revistas, escribiendo artículos sobre mi experiencia y también presentando a otras mujeres maravillosas en los mismos puestos. ¡Después de todo, todos vivimos vidas similares y todos tenemos nuestra historia de cinco estrellas que contar! Todos vivimos esta vida, una verdadera montaña rusa con altibajos, una vida en episodios en diferentes continentes.
Nunca es fácil. Ni para los diplomáticos como para sus cónyuges. Se necesita tiempo, paciencia y diligencia. No siempre serás entendido por las personas que dejaste en casa, perderás conexiones, pero también harás nuevas y queridas amistades y eventualmente comenzarás a mezclarte con los lugareños y volver a sentirse bien.
Y la mayoría de las veces, cuando empiezas a sentirte cómodo, es hora de volver a moverte..."
Sobre el Autor:
Alexandra Paucescu, nacida y criada en Bucarest, Rumania, estudió administración y tiene una maestría en negocios. Habla rumano, inglés, alemán, francés e italiano.
A la edad de 30 años, vio que toda su vida cambió por completo, ya que se casó con un diplomático y se embarcó en un viaje de por vida como cónyuge diplomática.
Inspirada por este giro de la vida, decidió escribir un libro, compartiendo las experiencias y lecciones aprendidas a lo largo de los años.
"Solo una cónyuge diplomático" (disponible en Amazon, en papel o en un libro electrónico) es una colección de eventos diplomáticos, reglas de clasificación y protocolo, consejos para viajes e incluso compras, un blog y un diario, todo en un solo libro.
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Espero que les haya gustado 🙂
Nos vemos pronto!
Saludos,
Nati
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