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Crisis Vocacional: entre los 35 y 45 años ¿patear el tablero y empezar de nuevo?

El trabajo suele ocupar una gran parte de nuestro tiempo, 2/3 partes de nuestra vida, según algunos estudios. Entonces, ¿Por  qué no replantearnos si lo que estamos haciendo es realmente lo que nos hace felices?

Es entre los 35 y 45 años de edad (mayoritariamente) cuando aparecen las dudas en cuanto a la carrera elegida en la adolescencia. Los expertos hablan de la “U Curve” un recorrido que va de la dicha en la juventud a la crisis y la insatisfacción de la mediana edad, para luego volver a un equilibrio personal donde el autoconocimiento y la aceptación personal son claves para la realización profesional.

Se trata de una curva en que la persona pasa de una sensación de felicidad típica de la edad joven, cuando todo está por descubrir, donde uno se cree invencible y capaz de alcanzar todos sus objetivos, a una etapa de dudas, insatisfacción, frustración y replanteos, donde se cuestiona el camino profesional elegido en la adolescencia y todos los logros obtenidos hasta entonces. Este período, donde la infelicidad toca su piso más bajo, que generalmente sucede entre los 35 y 45 años, es el conocido como la crisis de la mediana edad.

Es una etapa en donde se empiezan a realizar balances realistas y se producen expectativas renovadas. Se trata de un ejercicio que pocos nos atrevemos a hacer: entender qué cosas se pueden cambiar y madurar la idea de que otras tal vez no van a poder ser, desarmando las propias expectativas del pasado y derribando los mandatos heredados de los padres y de la sociedad.

Es un periodo en el que las personas se suelen replantear su lugar en el mundo y se cuestionan qué han logrado hasta ahora y qué se propondrán lograr en el futuro. Es en esta etapa cuando algunos se atreven a dar un espacio a sus deseos e inquietudes laborales y/o personales postergados.

En otras ocasiones se presenta la siguiente paradoja: "en la mediana edad algunas personas comprenden por fin qué es lo que verdaderamente les hace vibrar y tienen más en claro qué camino seguir pero cuentan en su haber con una carga de responsabilidades, obligaciones y escaso tiempo que a los 18 años no estaban presentes. Y así, a los 18 algunos cuentan con mayor tiempo y libertad para tomar ciertas decisiones, pero no sienten motivación por nada en especial ni saben qué rumbo seguir.

En general, las trabas más grandes tienen que ver con el temor y la incertidumbre que genera el “empezar de nuevo”. Es difícil no cuestionarse si vamos a lograr ser exitosos en nuestra nueva profesión y si es posible dejar el trabajo actual (generador de ingresos seguros) cuando simultáneamente pueden convivir realidades como mantener un hogar, niños pequeños, deudas, etc. teniendo en cuenta que muchas veces, en esta etapa de la vida, las decisiones no se toman individualmente.

Otra de las trabas es el éxito. Ser exitoso en una profesión no significa necesariamente que esa profesión te apasione o que sea lo que realmente te haga feliz. Muchos se preguntan por qué entran en crisis si son buenos y tienen éxito en lo que hacen. Es erróneo creer que el éxito es lo único que uno debe esperar de la vida profesional, sin tener en cuenta la satisfacción personal. También aparecen las dudas respecto al momento del cambio, muchos consideran que ya es tarde y no se animan ni se dan la posibilidad siquiera de pensar que les gustaría hacer.

Por ello, el cambio no debe ser brusco, puede comenzar como una actividad extracurricular o un pasatiempo, conservando el trabajo anterior, hasta convertirse en una nueva ocupación que genere ingresos. También puede darse que el cambio no sea del 100% y que uno termine encontrando una variante, más acorde a los nuevos deseos y expectativas, dentro de la profesión actual o como complemento de esta nueva etapa.

La re-orientación vocacional, tiene que ver con replantearse el camino recorrido, tomar lo positivo de cada experiencia, redefinir el perfil profesional y empezar a prestar más atención a lo que cada uno desea, más que a los mandatos y presiones sociales.

El gran desafío es dedicarle tiempo al autoconocimiento y armar nuestra propia caja de herramientas compuesta por fortalezas, aptitudes, hobbies y deseos, que nos van va a permitir conectarnos con lo que realmente nos apasiona. En todos los casos hay que aprender a escucharnos interiormente y descubrir cuáles pueden ser los proyectos y actividades que nos permitan resignificar nuestra vida personal y/o laboral presente.


¿Y tu te encuentras atravesando una crisis vocacional? ¿Tu trabajo lo tomas como un medio o como un fin en si mismo? ¿Te has reinventado profesionalmente? ¿Te gustaría hacerlo?

Cuéntanos!

Saludos, hasta pronto!
Nati

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